En los tiempos primitivos, cuando el
hombre se despierta
en un mundo que acaba de nacer, la poesía se despierta con él.
En presencia de las maravillas que le deslumbran y embriagan,
su primera
palabra no es más que un himno.
Victor Hugo (Prefacio del drama de Cromwell).
Maurizio Veletti, ella alondra y ella
escarcha. Arista que nace, que se clava, que se enciende, que se descubre en el
deseo de lo que él llama
volátil imagen femenina
Lo reconoce, lo acepta, lo conforma, y en
nervio adolescente se transforma en poesía:
Escarcha que te vi nacer
alondra que te vi crecer dentro de los
límites de mi país inventado comiendo
versos y revoloteando entre mis pensamientos
Y entonces el encuentro que brota y
germina se define, crece y lo convierte en canción,
canción de un joven corsario noctívago y
solitario
Y Maurizio palpa lo que parece impalpable;
el erótico sueño del deseo y forja en su fantasía su obra poética. Que nos dice:
Como agitados corceles al viento saltan
mis versos resonando a través
de acantilados y esteros, entre redes de pescadores y luceros
Así, nace una poesía.
Fulminante, perturbadora e irreversible
como el diagnóstico de una enfermedad mortal es el descubrimiento del poeta y
el encuentro con su poesía, al principio demasiada vaga atribuible a su
pubertad. El deseo, el amor, la madurez, el sufrimiento: no se le concede
importancia porque se piensa que existe curación, pero si el joven o el viejo
asumen la poesía están irremediablemente condenados al sufrimiento de la
creación.. Y Maurizio la sufre:
Ha escuchado la luna mis lamentos y en su negro manto he colocado mis recuerdos
esperando que la lluvia los
convierta en versos.
El deseo, presagio del amor, surca la irrealidad
infinita, desafía, contempla y crea entre espumas guiado por:
la pàtina de los luceros
Y la metáfora fina, cuidada, esmerada, desarrolla su temática erótica y a través de un exquisito lenguaje figurado,
que nos lleva con tono concertino a través de rítmicas y melodiosas notas
blancas, purísimas, a los versos de un piano que, sostenidas en el inmenso
espacio lírico
Soliviantan el lino, el algodón y la seda [entre] capullos de vía láctea,
alcatraces
que nacen
de tus cándidas praderas
y que en su bullir cantan la geografìa femenina
Maurizio Veletti en Ella (alondra y
escarcha) traza una poesía que lo conduce a la certeza de sí mismo y a la de
los demás, es el silencio que busca las palabras exactas, las metáforas fieles,
los enlaces exactos de un todo poético, íntimo, que toca lo universal enmarcado
en lo infinito, inagotable e inmedible de la creación poética
Maurizio: es un orgullo y un honor que me
permitas acompañarte en estos primeros pasos de tu andar poético y que las
Menudas campanas de jazmín y silencio: hermanas de nacimiento
suenen en tu camino a la poesía, y que se
publiquen y lean muchos libros más...
¡Buena suerte Maurizio!, muchas gracias y
buenas noches.
Socorro Noemí Díaz de Luna
Aguascalientes, 9 de octubre de 2008
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