martes, 26 de enero de 2016

Comentario de Socorro Noemí Díaz de Luna


En los tiempos primitivos, cuando el hombre se despierta 
en un mundo que acaba de nacer, la poesía se despierta con él.
 En presencia de las maravillas que le deslumbran y embriagan, 
su primera palabra no es más que un himno.

Victor Hugo (Prefacio del drama de Cromwell).



Maurizio Veletti, ella alondra y ella escarcha. Arista que nace, que se clava, que se enciende, que se descubre en el deseo de lo que él llama

volátil imagen femenina

Lo reconoce, lo acepta, lo conforma, y en nervio adolescente se transforma en poesía:

Escarcha que te vi nacer

alondra que te vi crecer dentro de los límites de mi país inventado comiendo 
versos y revoloteando entre mis pensamientos


Y entonces el encuentro que brota y germina se define, crece y lo convierte en canción,

canción de un joven corsario noctívago y solitario

Y Maurizio palpa lo que parece impalpable; el erótico sueño del deseo y forja en su fantasía su obra poética. Que nos dice:

Como agitados corceles al viento saltan mis versos resonando a través 
de acantilados y esteros, entre redes de pescadores y luceros


Así, nace una poesía.

Fulminante, perturbadora e irreversible como el diagnóstico de una enfermedad mortal es el descubrimiento del poeta y el encuentro con su poesía, al principio demasiada vaga atribuible a su pubertad. El deseo, el amor, la madurez, el sufrimiento: no se le concede importancia porque se piensa que existe curación, pero si el joven o el viejo asumen la poesía están irremediablemente condenados al sufrimiento de la creación.. Y Maurizio la sufre:

Ha escuchado la luna mis lamentos y en su negro manto he colocado mis recuerdos 
esperando que la lluvia los convierta en versos.


El deseo, presagio del amor, surca la irrealidad infinita, desafía, contempla y crea entre espumas guiado por:

la pàtina de los luceros

Y la metáfora fina, cuidada, esmerada, desarrolla su temática erótica y a través de un exquisito lenguaje figurado, que nos lleva con tono concertino a través de rítmicas y melodiosas notas blancas, purísimas, a los versos de un piano que, sostenidas en el inmenso espacio lírico

Soliviantan el lino, el algodón y la seda [entre] capullos de vía láctea, 
                                                                alcatraces 
                                                                                    que nacen 
de tus cándidas praderas y que en su bullir cantan la geografìa femenina

Maurizio Veletti en Ella (alondra y escarcha) traza una poesía que lo conduce a la certeza de sí mismo y a la de los demás, es el silencio que busca las palabras exactas, las metáforas fieles, los enlaces exactos de un todo poético, íntimo, que toca lo universal enmarcado en lo infinito, inagotable e inmedible de la creación poética

Maurizio: es un orgullo y un honor que me permitas acompañarte en estos primeros pasos de tu andar poético y que las

Menudas campanas de jazmín y silencio: hermanas de nacimiento


suenen en tu camino a la poesía, y que se publiquen y lean muchos libros más...

¡Buena suerte Maurizio!, muchas gracias y buenas noches.


Socorro Noemí Díaz de Luna
Aguascalientes, 9 de octubre de 2008

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