Ojos peregrinos,
peregrinos de tus pies semidesnudos transformados en ambrosía por sus virtudes de odalisca, ataviados solamente por líneas de delicada lencería...
Ligeros bailarines:
santifican el aire con la imperceptible fragancia del ámbar corporal, de ahí que mis ojos sean de oficio peregrino y sólo rindan pleitesía a la pátina de tus mellizos vanidosos, a los vaivenes afrodisíacos de tus mimbres elegantes…
Mis ojos: devotos peregrinos...
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