viernes, 15 de julio de 2016

Elegía


Alzaste el vuelo alondra mía hacia la noche que te amaba: 
desnuda y fría aleteabas 
dejando una estela de escarcha 
palpitando en mi memoria y sus barandas: 
                                                  gotas blancas         
                                                                        de alborada 
que un cálido cántico fecundaban,  
                                                                               himno         
                                                     cascada 
que tu recuerdo aún amamanta: 
alondra y escarcha.

Labradora de espumosas nubes de almendra blanca: 
de las rosas que tus pies cultivaban 
fuiste hortelana; 
ahora crecen caracolas desde tu mustia mirada, 
de tus labios amapolas, de tu lengua la granada; 
das a la hambrienta tierra y a las gitanas hojarascas 
tus ojos de almendra y tu corazón de manzana.

Novia del barro y del verde canto de las ranas: 
el viento y las estercolas ya te besan y amamantan, 
ya escriben sus nombres con tus plumas de terciopelo ámbar.

Alondra que duermes en un verde río de plata: 
te recuerdo volando sobre los campos de cebada, 
ligera y victoriosa batías el aire con tus alas 
(llamas doradas) 
fulgores que a la vida fecundaban.

Desde el croar de los sapos y el barro mi voz te llama 
con palabras que escarban 
mi memoria aceitunada,
 con palabras que te buscan y del olvido rescatan.

Desde el llanto de la luna cual gorrión suelto en cascada 
mi canto que es un grito de reclama, 
un ruego sin eco a la noche por la vida de su amada.

Noche que guardas a mi alondra y escarcha: 
¡tenla aurora o estrella, escarcha de plata
 o alondra del alba!

¡Oh noche celosa con la muerte casada: 
destiende tu abrazo y tus negras manos nevadas 
que la quiero ver! ¡que te quiero ver: alondra y escarcha!


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