Ocultas en el fondo de un verano
limonado yacen dos caracolas
varadas en un golfo campirano
cual veleros que en las playas ancoran.
Marineros de furor veterano:
esculpen remolinos y olas
en la desembocadura del llano,
forman arrecifes de gualdas rosas
que son patria del naciente océano.
Un minuto de mar brindan tus conchas:
par de gajos del naranjo ufano
de aquel harén de vanidosas
huríes que rechazan lo puritano
vistiendo ostentosas sólo las ajorcas
regaladas por el tacto de tu mano.
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