...mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
G. A. Bécquer
Se citaron los dos: océano y tierra,
macho y hembra
azul y morena.
Curtidos en el amor de pareja
se sabían amante
y compañera.
Se citaron los dos: él y ella,
¡ansiaban la vida en el planeta!
querían el verde
y el magenta
y una hija: la belleza...
Dentro de un marco de frenéticos oleajes y eras, donde el sol caldeaba al agua y el viento a la tierra aleteaba, se alzaba la impávida cabellera cana sobre dos tendidos cauces de bronce y canela que dichosos recibían la esperma de la primavera, pecho castaño que yacía en actitud de entrega envuelto por el índigo abrazo de la marea
¡Naciste, fruto marino y candela de la espuma que se guardó en la meca morena!
¡moldearon tu presencia el océano y la tierra con bailes violentos y danzas secretas!
Nórdico macho y gitana hembra,
se citaron los dos:
azul y morena.
En un gesto mutuo nació la primavera,
en una doble caricia
el
rocío
de
la
belleza
* * *
¡Oh mujer de arquitectura gitana:
son mis ojos tu verdadera patria.
Te quiero como hurí de mi temprana pasión;
te quiero, alondra, como patria!
El sol besó tu frente en un bautismo de fuego que te volvió rompope y nieve.
Pronto te consumías entre carcajadas y risas y palabras que balbucías,
pronto al mundo regalabas tus cinco miniaturas de lactancia: tiernas campanas
que al vaivén de la cuna cantaban.
¡Oh musa del tiempo: pronto los días te pintaron sobre un nuevo lienzo! pronto el viento y sus caricias y el hábil cincel de sus besos de la infancia te despidieron
¡niña: pronto una mujer serías!
¡escarcha de topacio que volaría!
¡Oh musa del tiempo, alondra al viento y fuente de versos: ya tu frente, cual mínimo espejo del alba, era pétalo de rosa blanca que a tu rostro coronaba!
ya el rubor de tus mejillas formaba un breve valle de durazno y nata, morada del estío que se decanta (gajo dorado y cascada)
ya brotaban los pequeños frutos de tu torso limonero que entonces quiso ser
un olivo aceitunero
ya los ritmos de tu espalda, que se desprendían de tus caderas amieladas, formaban un frágil y esbelto madero: blanco viñedo resuelto cubierto de silencio.
¡Alondra y mujer que naciste con piel y plumaje de cisne: escarcha suave y esbelta cáscara derramada cual cálido lienzo de seda ahora, cual barniz de estatua mañana!
* * *
¡Oh mujer de blonda cabellera
y labios de fuego sazonado,
has nacido de la primavera
y del alabastro alabeado!
Naciste cuando el vino se derramaba
desde la boca de los amantes
como
rojas
cascadas,
como tintos hilos de granada:
rubíes que en un corte de navaja
a tu boca desposaban,
a
tus
labios
palpitantes
fermentaban.
Naciste cuando el océano y la tierra se amaban...
* * *
Aleteando te vi venir: viento púrpura y alondra; tu plumaje aquilatado, la corona de tu boca y el doble sable que recortaba las sombras: gajos de viento púrpura y alondra.
Aleteando te vi venir cobijada por la lluvia, por hilos que avispa volvían tu cintura:
doble caudal de miel y locura.
Aleteabas y reías como escarcha de luna,
al viento te derramabas en un álabe púrpura.
Te vi venir y eras ápice de un rojo crepúsculo que poco a poco moría: hermana del alba tardía, tinta en apuro y blanco destello maduro que en un estertor purpúreo se desvanecía pues eras ¡oh alondra y escarcha! el fruto de mis párpados cerrados,
¡la diaria cuna y lápida de mis lutos!
Aleteando te vi venir:
viento púrpura y alondra,
aleteando, te vi partir...
* * *
Naciste cuando el océano y la tierra se amaban,
y tus brazos, formados por los cabellos que el tiempo le arrebataba
a
la
impávida
cabellera
cana
pronto del barro se desplegaron:
llamas de quetzal que aleteando
el destino de tu oficio revelaban.
Naciste, alondra y escarcha...
* * *
¡Oh mujer, es tu garbo la tónica
musical que amamanta las palabras
germinadas de tu boca jónica
y que al viento saltan cual nacidas cabras!
Vas y vienes envolviendo tu caminar con la donosura de tu sonrisa y el doble aleteo de tus albas mariposas volátiles. Portas en cada paso la femenina elegancia que se extiende como abrazo, como beso de enamorados.
Oh escarcha y manantial de horchata, bello rocío de la mañana: no sólo le perteneces al alba pues tu vida, inundada de jacaranda, la noche la reclama como su casa…
¡la reclama el día como su alma!
Hablas, sirena y mujer, y mis oídos gustosos beben los tañidos iridiscentes de tu gutural fuente: repique de campanas, musical cascada y dientes de nácar
que envuelven las palabras.
Hablas, alondra y escarcha, y me vuelvo una suerte de catador de vientos que se decanta al céfiro liberado en la frontera de los besos.
* * *
El incesante oleaje del océano rompía sobre la tierra esculpiéndote arrecife y formándote mujer; rompía sobre un valle de musgo que crecía, y entre dos portentos de arquitectura dibujaba la hondonada que con Venus te emparentaba: surco campirano que a su debido tiempo volviose un pedazo de tierra fértil y exiliado.
El viento y el mar, ansiando el gesto hambriento de tu ahora nautilo en celo, pronto se transformaron en saetas reclamantes de un espacio dentro de aquel maternal oráculo, de aquella suerte de aljaba cubierta de marina escarcha.
Durante un tiempo fuiste cesta de dos manzanas que las estaciones apenas y separaban: frutos que a la vida pronto regalabas, aunque tu pecho y tus brazos
durante un tiempo se negaran...
* * *
Alondra y escarcha: te levanta el verano con su tacto diáfano y así, te recreas consagrando al día la inocente vanidad femenina con pasos que acentúan
tus
perfiles
alabeados,
con tus dedos y manos y diez caricias que a tu cabello siempre ha alimentado... y esas miradas a los espejos: ¡mujer que te has regodeado!
Pero el verano, por desgracia, para todos es escaso...
Uva de vendimia: llegará el tiempo en que el invierno sea tu único regazo, tiempo en que su cuerpo y aliento al verano hayan derrotado… entonces, mujer:
¡la luna te habrá bautizado!
¡entonces sólo serás escarcha, alondra que ha volado!
Recorrerá la lava tu cuerpo apasionadamente devorándolo:
cascada resuelta que a tus cabellos habrá calcinado y a tus hoyuelos,
coronas de tu sonrisa, cubierto con un manto
Poco a poco te irás convirtiendo en una estatua de mármol:
¡ya quisieran los ruiseñores al menos tus oídos intactos!
¡Ángel y alondra de mi calentura, tierra para el canto:
entonces quisieran mis ojos volverte a tener como motivo patrio!
* * *
Se volverán a citar el océano y la tierra reclamando tu vida:
vientre gitano que de nuevo te habrá cobijado;
mujer que volverás a soñar desde una cuna de azules brazos...
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